Iglesia que fue del priorato silense de San Frutos, donde los monjes benedictinos permanecieron de 1076 a 1836. Levantada sobre una necrópolis visigoda, sus capiteles con escenas de la infancia de Cristo.
Tierra de adopción de los ermitaños cristianos, que han dejado en sus cuevas el testimonio artístico del culto pagano a los principios y a las fuerzas de la naturaleza. San Frutos se retiró aquí al final de la época visigoda.
Deja una respuesta