La estampa que ofrece esta ermita, encaramada sobre un estrecho peñasco, la ha convertido en uno de los monumentos más famosos de todo el románico norte. Se halla a las afueras de Vallespinoso, a la vera de un antiguo camino, y para su control se debió construir, antes, una torre cuyos restos aún se pueden ver junto a la cabecera de la ermita.
Su construcción es una perfecta obra de sillería. La función defensiva que tuvo esta ermita queda constatada por la existencia de un husillo semiexento, con acceso elevado en el interior, y por estar precedida de un atrio cerrado, todo ello de la misma época románica de finales del siglo XII.
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