Del origen románico de esta iglesia no queda más que el muro norte, del siglo XII, en el que se abre una portada de doble arquivolta, una de ellas decorada con florones inscritos en círculos perlados, semejante a la de la iglesia de Almenara.
Fue reformada a finales del siglo XV o principios del XVI como manifiestan los arcos de las naves y la portada sur, una de las joyas del gótico hispanoflamenco provincial.
También de esta época son la cubierta de madera de par y nudillo y la torre adosada a los pies.
Avanzado el siglo XVI se reformó la cabecera, en cuya decoración vemos nuevos aires platerescos.
Lo más importante son sus retablos laterales del siglo XVI con valiosas imágenes, destacando una de Santa Teresa. La gran riqueza pictórica e imaginería se distribuyen en un cuadro cuyo centro lo ocupa el altorrelieve del Emperador a caballo exaltando la cruz bajo un dosel adornado.
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