Una gran villa tardorromana que tuvo su esplendor hacia el siglo IV d.C. y al parecer pervivió hasta bien entrado el siglo V. Emplazada en una gran extensión de tierras para la agricultura y ganadería, tiene la característica de ser una villa rústica, aunque también cuenta con el confort de una residencia urbana ya que poseía sistemas de calefacción, el denominado ‘hipocaustum’, zona termal, así como cierto lujo y gusto estético, tras ver los pavimentos de mosaico o la decoración mural hallada.
Los mosaicos romanos aparecidos en estas excavaciones, entre 1968 y 1972, se encuentran depositados en el Museo Municipal-Aula Arqueológica. Destaca especialmente el que se encontraba en el centro de una gran sala cuadrangular: el oecus, ya que aparecen en él cuatro caballos atados por parejas, dos de los cuales aún conservan sus nombres, como Tagvs (Tajo) y Evfrata (Eúfrates).
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