Las obras de la primitiva construcción cisterciense finalizan hacia 1350. En la segunda mitad del S.XVI se llevarán a cabo importantes reformas, quedando poco del primitivo monasterio. Del monasterio destaca el claustro de tres alturas, concluido en 1596 y único con esta altura de su época. El aspecto exterior del conjunto es de gran austeridad, sobresaliendo una robusta espadaña de ladrillo.
La iglesia es de nave única cubierta con bóveda baída de tres cuerpos, divididos por arcos graníticos de medio punto. La cabecera se cubre con cúpula rebajada de media naranja y veinte nervios. En los primeros años del S.XVII se ampliará el coro, siguiendo las trazas de la escuela de Francisco de Mora. Destacar el retablo del tallista Manuel Escobado (finales del S.XVIII). Muy querido por la reina Isabel de Castilla, en él pasarán largas temporadas la emperatriz Isabel y su hijo Felipe II en su niñez, y después Felipe III con su esposa.
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