Una vieja leyenda sitúa los orígenes de este antiguo monasterio en los primeros años del siglo IX, cuando los montañeses del norte comienzan a colonizar poco a poco las tierras llanas de la meseta. Sin embargo no será hasta principios del XI cuando puede atestiguarse con fiabilidad su existencia, empezando a recibir donaciones que acabarán conformando un amplio dominio que se extendía por tierras palentinas, vallisoletanas, burgalesas y cántabras.
En 1169 el rey Alfonso VIII de Castilla instala aquí una comunidad de monjes premostratenses, quienes desarrollarán un gran programa constructivo dentro de las pautas románicas en boga.
La recuperación del edificio se inició en 1978 y hoy es uno de los centros de referencia de investigación, difusión y rehabilitación del patrimonio cultural.
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