En una ubicación donde aparecen importantes descansaderos de ganado ya desde la Prehistoria, nos encontramos con una calzada elevada durante más de 300 metros, en cuyo centro vemos el puente de tres arcos.
Su secuencia estratigráfica nos habla de intervenciones sucesivas desde el siglo I d.C. hasta nuestros días, cobrando especial importancia en la Edad Media por ser el punto de cruce de la Cañada Real Leonesa Occidental sobre el río Valderaduey, estando la frontera entre los reinos de Castilla y León aquí durante más de 100 años.
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