Durante siglos, Almanza fue una villa amurallada, con su fortaleza, fosos y puestos de vigilancia. El asentamiento se encontraba rodeado por una cerca de cal y canto que destacaba por su espesor y solidez. Actualmente, todavía se conservan restos de un arco ojival de piedra del siglo XIII, así como el Castillo-Palacio, encuadrado con cubos en sus ángulos de mampostería. El enclave fue escenario de innumerables y legendarias batallas, constituyendo un vestigio histórico que perfila la fisionomía de esta localidad situada a los pies de los Picos de Europa.
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