Es una catedral-castillo, en la que las almenas, matacanes y paseos de vigías combinan espléndidamente con su estructura.
Su historia está indisolublemente unida a la de la ciudad, incluso su ábside, el llamado Cimorro, por el que asoma Alfonso VII, representando un hecho histórico, es motivo central del escudo de Ávila. Fue escenario de grandes acontecimientos: aquí se reunió la Junta Santa de los Comuneros antes de su levantamiento contra Carlos I.
Consagrada a San Salvador, la catedral comenzaría a construirse en el 1091. La primera necesidad de los nuevos pobladores tras la Reconquista fue la fortificación de la ciudad.
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