Es la Catedral más colorista de todas y la que luce un vestido más luminoso. Es un perfecto ejemplo de gótico francés reflejado en la pureza ascensional de sus líneas y en la exquisita composición de las vidrieras que bañan de luz el interior del edificio. Atesora una colección única: 737 vidrieras con una superficie de 1765 metros cuadrados realizadas ininterrumpidamente entre los siglos XIII al XX.
La Pulcra Leonina, calificativo latino que la define como hermosa, nació en el siglo XII con la vocación de ser la Catedral más grande de la época. No lo consiguió pero, a cambio, se convirtió en una de las más bellas del gótico español.
Está construida sobre el solar de unas termas romanas del siglo II que, 800 años después, el emblemático rey Ordoño II convirtió en palacio. Sus puertas, su impresionante rosetón, el coro (uno de los más antiguos del país) y la delicadeza de algunas figuras, como la venerada Virgen Blanca (original en el interior) que preside el trasiego de caminantes, son referentes imprescindibles que el visitante no debe perderse.
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