A las afueras del municipio de Almazán una gran sorpresa nos espera. Un convento, lo que de él queda, el lugar que vio los últimos momentos del mismísimo Tirso de Molina.
Aunque ha perdido parte importante de su ser original, en el Convento de Nuestra Señora de la Merced aún podemos ver una espectacular fachada principal, una impresionante portada del siglo XVII, con dos columnas adosadas a cada lado, y un frontón partido rematado con bolas. En la parte central encontramos el escudo de los Mercedarios. El resto nos permite intuir lo que falta, pero el tiempo solo ha dejado de recuerdo esta parte como muestra de lo que fue.
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