Situada a los pies del castillo de Gormaz, la ermita tuvo, al parecer, un origen visigodo allá por el siglo VI, y pudo haber sido destruida por la invasión árabe. Cuando el territorio es reconquistado definitivamente por el rey Fernando I en el siglo XI, se funda la aldea de Gormaz con una ermita dedicada a San Miguel.
Construida entre los siglos XI y XII, mantiene una gran sencillez y austeridad exterior en los muros de la ermita, donde se han mantenido algunas inscripciones y relieves, probablemente procedentes de antiguas construcciones romanas y visigodas.
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