Asentada en una ladera, rodeada de prados y dominando las riberas del embalse de Aguilar, fue parroquia de una antigua población citada en la documentación medieval, Barrio de Santa Olalla, y constituye uno de los ejemplos más puros y mejor conservados del románico norte.
Es un edificio labrado en buena sillería y en el interior del ábside destacan las pinturas murales de hacia 1300, con una interesante representación infernal.
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