La construcción conserva una pequeña parte de lo que fue la ermita visigoda de finales del siglo VII, lo que constituye la cabecera.
En el exterior posee dos frisos en los brazos del crucero y tres en el ábside de bajorrelieves formados por motivos vegetales (entrelazos de tallos de vid, racimos de uva, hojas…), animales y geométricos de influencia oriental e inscripciones todavía sin descifrar. Y en el interior destaca el arco del triunfo visigodo, decorado con relieves semejantes en su composición a los del ábside.
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