Construcción del siglo XVII, iniciada en 1694 por iniciativa del obispo Sebastián de Arévalo, de los maestros Pedro Portela e hijo, Ignacio Moncalcán y Diego Nuñez, conforme a la traza de Cipriano Antonio Miguel.
El edificio tiene una disposición clásica de dos plantas abiertas, con patio central de planta cuadrada y un cuerpo rectangular en su extremo noroeste. Destaca la cúpula barroca de la capilla, obra de Pedro Portela. En la planta superior el balcón central está entre dos hornacinas que albergan las imágenes de San Francisco y San Sebastián. Remata en una peineta, con hornacina entre columnas salomónicas, con la imagen de San Agustín. A ambos lados de la fachada cuenta con dos torres rematadas con chapitel de tres cuerpos.
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