Un recorrido por el exterior nos ofrece la típica imagen de edificio románico sobrio, con su cabecera semicircular y una nave con pequeña espadaña a los pies, pero en cuanto se atraviesa el pequeño pórtico del siglo XVI aparece una sorprendente portada, en perfecto estado de conservación y bellamente decorada con capiteles vegetales, animales fantásticos, luchas de guerreros contra dragones, de centauros contra leones, o con la escena bíblica de Las Tres Marías ante el Sepulcro.
En el interior se impone igualmente la sobriedad, con la bóveda absidal presidida por los restos de unas pinturas murales fechadas hacia 1500 y atribuidas al Maestro de San Felices, y que por desgracia fueron arrancadas y vendidas en la década de 1920.
Deja una respuesta