Fue fundado el cenobio por iniciativa de Alfonso VIII, y fue su cuarto abad, San Martín de Finojosa, el que inició la construcción del monasterio que respeta fielmente el estilo de la orden, románico-gótico-plateresco.
El refectorio constituye una obra maestra del arte cisterciense. Tiene una sola nave muy luminosa que se cubre con bóvedas ojivales. Destaca en este claustro la escalera calada, abierta en el muro a través de arcos por la que se acceda al púlpito.
Ocupada por monjes cistercienses, es hospedería, casa de espiritualidad y museo. Es un lugar ideal para el retiro y la oración. Los huéspedes pueden participar en los oficios cantados de los monjes y disponen de una arboleda para completar su retiro con paseos para la reflexión.
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