El Monasterio de Santa María de Rioseco, fundado en el siglo XIII, se sitúa en el valle de Manzanedo, junto al río Ebro. Estuvo habitado durante siglos por “monjes blancos” de la Orden del Císter, la comunidad estaba estratificada, conviviendo monjes “oradores” o letrados y legos o “conversos” que se ocupaban del trabajo en las granjas. En sus mejores momentos Rioseco debió contar con una comunidad de 100 personas, entre monjes, conversos, novicios y criados. Los monjes crearon una explotación agrícola modélica, imponiendo en el Valle de Manzanedo los cultivos de trigo, viñedos, frutales y lino, legando a contar su cabaña ganadera con 2.000 ovejas.
El declive de Rioseco comenzó en el siglo XIX: los monjes fueron obligados a exclaustrarse en varias ocasiones y en 1835 la ley desamortizadora de Mendizábal, que permitía la venta de los bienes monásticos, puso fin al monasterio. A partir de la desamortización, la desidia, el olvido y el expolio convirtieron el monasterio en unas peligrosas ruinas, motivo por el que en la década de los cincuenta los nietos de su comprador lo donaron al arzobispado de Burgos, su actual propietario. Desde el año 2010, se van realizando diferentes actividades que buscan la recuperación del monasterio con voluntarios de la asociación Salvemos Rioseco.
En el monasterio encontramos tres períodos constructivos: Periodo de creación, o cisterciense siglo XIII-XIV, al que corresponde la iglesia. Etapa Renacentista, en el siglo XVI: la Sala Capitular y alguna otra dependencia. Etapa Barroca, siglo XVII-XVIII: claustro y otras dependencias del Monasterio.
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