La vinculación de nuestro santuario con los franciscanos se remonta a principios del siglo XV. La parte más antigua de su fábrica se corresponde con la cabecera del templo, que debió alzarse a partir del siglo XIV. A este núcleo original se agregó en el siglo XVIII una amplia nave de cinco de tramos cubierta con bóveda de cañón y lunetos, hoy totalmente perdida. Hacia Poniente se construyó también en esta centuria la fachada principal, flanqueada a su izquierda por una esbelta torre coronada de chapitel y la entrada al monasterio, sin duda lo mejor conservado hoy de todo el conjunto.
Considerado históricamente como el principal templo espiritual del Valle de Santa María, el convento se deshizo con rapidez, aunque su iglesia permaneció durante largos años, conservando algunos restos en la actualidad. Al parecer, sirvió como panteón de los primeros condes de Benavente. En 1963, ante la amenaza de ruina, se trasladaron las tres urnas funerarias de los miembros del linaje Pimentel al Museo de los Caminos de Astorga. A principios de los años setenta se desmontó la armadura morisca que cubría el presbiterio. La pieza fue comprada por el Ministerio de Información y Turismo al obispado de Astorga e instalada en el Torreón del Caracol de Benavente. Sirvió así de postrero ornato al nuevo Parador de Turismo.
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